Sí. En efecto. Aquí me tenéis
otra vez.
No había desaparecido, quizás con
mayor o menor intención oculto, casi invisible, pero no evaporado.
Quizás penséis que la vida es un
carrusel que gira y gira y al final nos lleva a un mismo lugar, a un mismo
punto y por eso ya estoy de vuelta. No. No es un carrusel, es una montaña rusa
que en sus subidas y bajadas, entre sus convulsiones, nos puede llevar a un
sitio cercano al anterior pero siempre a unos metros, a una distancia, nunca en
el mismo punto por el que ya hemos pasado.
Tenéis razón. Ha sido mucho
tiempo desde que no volvía cerca de aquí. Ha sido un largo recorrido en esta
montaña rusa que es la vida. Un tiempo con pendientes que se remontaban
siempre en parte. Ha sido un trayecto en el que, sobre todo, ha habido una gran
bajada. Una caída en la que el vértigo, no el miedo, ha colapsado mis sentidos,
mis ganas de expresar, mi posibilidad de compartir.
Ha sido un descenso en picado en
la que personas me han defraudado. No sólo no han intentado frenar la caída
sino que incluso parecía que buscaban una mayor aceleración para contemplar si
el tren podía descarrilar.
No. No maldigo a esas personas.
¿Qué utilidad tendría? ¿Para qué perder un tiempo tan precioso en personas tan pueriles?
Simplemente han desaparecido y nada más. El olvido es el máximo castigo.
Todo pasa y por eso nada más que el ostracismo.
Nada más porque en esa caída y lenta remontada, he reencontrado a verdaderos
amigos. Amigos que frenaban el carro. Personas con todas sus letras, en su
integridad. Porque ha habido una familia que han sabido acompañarme en esos
oscuros momentos. Porque en este tiempo he descubierto nuevas personas. Personas
muy especiales. Personas que me han permitido aferrarme a ellas. Personas que siguen a mi lado y que
con su empuje escalamos el talud con avivadas esperanzas, ilusiones y fuerzas.
Sí. Por ellos, por su aliento,
por el ánimo de ellos vuelvo. Vuelvo con el ánimo renovado porque la vida es
corta. La vida es efímera pero, sobre todo, hay que vivirla, merece la pena
vivirla. Cada instante cuenta, cada minuto es un tesoro, cada segundo hay que
exprimirlo. La vida es corta y como a muchos ya os he dicho alguna vez, sólo
hay una cosa en esta vida irresoluble y de ese sitio no se puede retornar.
Mientras tanto, a vivir, no a
dejar simplemente remolcarse. A disfrutar de esta montaña rusa con sus
traqueteo, con sus subidas y bajadas, con sus desmayos, con sus
desfallecimientos, con sus escaladas, con sus buenos y menos buenos momentos.
Vivir compartiendo con aquellas personas que realmente lo merecen.
Sí. Aquí me tenéis otra vez.
Aquí estoy por mucho tiempo en
agradecimiento de esas personas especiales, de esos seres únicos.
Sí. Aquí me tenéis otra vez.
Y espero que en breve también
vuelva a mis letras. Sólo os pido un pequeño empujón final para ello. Decidme
sobre qué. Servidme retos. Haced que mi mente vuelva a rodar. Obligad a que mi
imaginación fluya.
Sí. Aquí me tenéis otra vez.
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