sábado, 25 de octubre de 2014

POR FIN UN NUEVO RELATO

Hace unos días dije que había vuelto jejeje y en efecto aquí estoy de nuevo.
                Este relato tiene una pequeña historia. Hace unos meses, no recuerdo exactamente cuántos, pero sería por el mes de Noviembre del año pasado, recibí el comienzo de un relato de una persona a la que apenas conocía.
                Sólo me pedía que continuase con él, que lo terminase.
                Al preguntarle si tenía alguna utilidad, simplemente me rogó que lo continuase y acabase como a mí me gustaría que fuese.
                Así lo hice sobre la marcha en el transcurso de esa misma tarde y se lo envié sin saber para qué ni con qué finalidad.
                Nunca lo he sabido.

UN ...........

Ella Intentó continuar, pero sus dedos no le respondían. Intentó forzarse, darse un nuevo empujón para continuar la tarea que se había impuesto pero su cuerpo no le obedecía. Una inesperada gota de algo insólito se precipitó como por arte de magia contra el teclado.

Le resultaba inverosímil que fuese lo que sospechaba. De pronto le sorprendió otra nueva  gota. La recogió con dulce desesperación con la yema de su dedo índice y se la encaminó a la punta de la lengua para cerciorarse de que no se equivocaba, de que se trataba de auténticas gotas de sudor. El suave y nítido salado le disipó de toda duda.

Entonces se percató de algo inaudito, su respiración era entrecortada aún sin haberse movido de su silla, sentada frente a la pantalla de su Mac, desde hacía una eternidad. Su pecho subía y  bajaba sin control. Su corazón rugía sin compás. Su blusa se pegaba a su cuerpo empapada configurando una nueva piel artificial. Incluso el maltrecho gemelo de su pierna derecha se quejaba con desesperación por el esfuerzo que no tenía certeza haber realizado.

No tuvo más remedio que desviar la vista de la pantalla. Se fijó en la sempiterna telaraña  que adornaba el rincón de su salón y que en los últimos tiempos era su más fiel y única compañera. Se vio contando mentalmente cada uno de los hilos que la tejían.

¿Qué estaba haciendo? Le retumbó la pregunta una y otra vez en la cabeza como  el eco retorna tras chocar con la pared de la montaña.

Había sido un impulso incontrolado. Ni siquiera osaba  volver a leer. ¿Qué estaba escribiendo? ¿Qué buscaba?

Se encontraba tan desorientada que llegó a preguntarse hasta dónde estaba.

                De nuevo su corazón comenzó a repercutir contra su pecho protestando por el esfuerzo y un escalofrío la invadió todo cuerpo,  desde el más imperceptible de los cabellos de su  cabeza, hasta la mismísima punta del dedo meñique del pie.

                Volvió a su telaraña hasta que su respiración pareció normalizarse un poco.

                Su primer impulso fue borrar lo que había escrito y apoyó su dedo sobre el botón del teclado. Algo en su interior la contuvo. ¿Cómo podía borrarlo sin siquiera saber lo que había escrito? No recordaba nada, sólo que su corazón se lo había dictado. Fue por eso que en el último instante se arrepintió y se detuvo en seco.

                Si mi corazón lo ha dictado no tengo derecho a borrarlo, pensó intentando justificarse.

                Cogió fuerzas de lo más profundo de su ser para releerlo y si acaso matizarlo.

                 Lo repasó una y otra vez hasta casi memorizarlo.

                No podía creer lo que había escrito, se escapaba de su entendimiento. Estaba segura de que algún espíritu le había poseído durante un periodo tan nebuloso que ni siquiera recordaba.

                Sí, sí podría amarle. Estaba segura. Y estaba tan convencida, que ese hecho la aterrorizaba.

                Volvió a leer de nuevo todo lo que aparecía ante sus incrédulos ojos. ¿Por qué tantas dudas? ¿Cuál es la causa de sus reticencias? ¿Por qué interpone esas barreras? ¿De verdad tendrá que dejar todo por él?

                 Él seguro que jamás se lo pediría, estaba completamente convencida de ello.

                Al fin y al cabo no hay nada eterno ni nada cierto. No sería una ruptura de lo ya vivido y andado, sería simplemente retomar un nuevo camino.

                Suspiró profundamente sabiendo que tomaría la decisión adecuada y con la seguridad de que él la acompañaría en esa solución última fuese cual fuese.

                Sólo cabía una respuesta. El corazón, la intuición, el deseo, sus sueños, sus anhelos, sus ganas de vivir deberían triunfar.

                ¡Claro que iba a darse una nueva oportunidad!

                Por fin sonrió satisfecha de su decisión sabiendo que se abría una nueva senda. Una nueva vereda prendida de la mano de la persona con la que seguro podría  compartir.  

                Justo en ese momento, desapareció de súbito el eterno dolor en el gemelo de su lesionada pierna derecha y volvió a sonreír.

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