martes, 28 de octubre de 2014

DILEMA


DILEMA

                Sí.

                 Creo que soy antisistema.

                Probablemente suene duro leerlo pero desde luego es muy duro pensarlo y escribirlo. Muy duro porque luché por un sistema, en incluso a mi lado murieron dos jóvenes (en Embajadores) por luchar por el sistema aunque seguro que aquellos años se han olvidado o los han hecho olvidar.

                Es muy duro decir que no se cree en este sistema. Pero yo luché por una democracia, ni de izquierdas ni de derechas, por una auténtica democracia. No por la caricatura que sufrimos  ahora mismo.

                No creo en un sistema en el:

1.       Que los dirigentes políticos se creen con un cheque en blanco después de depositar nuestro voto en las urnas.

Entiendo que si los datos que tenían al ofrecer un programa electoral eran erróneos, lo más coherente, sería convocar  nuevas elecciones explicando qué se puede hacer realmente y exponer los datos reales.

2.       Que esos dirigentes se creen por encima del bien y del mal y entienden que es su derecho expoliar a un País, a una Comunidad Autónoma, a una Provincia o un Municipio. O hacer caer en la bancarrota, sin el menor escrúpulo, a una empresa, derrochando el dinero que luego tenemos que aportar el conjunto de los ciudadanos.

3.       Que el responsable de turno, fundamentalmente sanidad y educación, sin el menor sonrojo dicta que lo público no funciona y es muy caro, en lugar de juzgarse a sí mismo reconociendo que es incapaz de dirigir su departamento como lo hacen los gestores eficaces y eficientes de esas empresas a las que admira tanto.

4.       Que los juicios a los expoliadores se dilatan en el tiempo años y años, hasta incluso en algunas ocasiones prescribir sus delitos. Incluso he oído de una persona versada en la materia que nuestro Código Penal está hecho para robagallinas.

5.       Que aún declarados culpables determinados delincuentes no se les obligue a restituir el dinero que han sustraído y que incluso son indultados.

6.       Que los que reprochan  que los ciudadanos que han vivido por encima de sus posibilidades sean los mismos que han utilizado nuestro dinero para satisfacer sus caprichos.

7.       Que la Administración cargue contra los ciudadanos por menudencias, incluso empujando de forma poco ortodoxa a ir a Tribunales, sabiendo que sólo quien tiene el dinero suficiente podrá afrontar las tasas judiciales y defenderse ante lo que en muchas ocasiones es una tropelía.

8.       Que determinadas personas de cuerpos del Estado piensen más en sus complementos en lugar de luchar contra el auténtico fraude.

9.       Que se juegue con la subsistencia de las personas, haciendo el juego a esas empresas que hacen que los precios que pagamos en este país sean los más caros de Europa.

10.   Que los partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales no representen a la gran mayoría de las personas a los que en teoría deben servir. Sí, incluyo organizaciones empresariales porque la gran mayoría de empresarios bastante tenemos con subsistir y en muchas ocasiones ni siquiera lo logramos.

11.   Que no exista la palabra dimisión y aún menos el término cese. Desde luego cuando alguien no cumple su cometido y no tiene intención de dimitir, es cesado por su superior si la organización es lógica y funciona correctamente.

                La lista es mucho más amplia, pero con esto es suficiente ejemplo para dar muestra de por qué no creo en este sistema.

                Y ahora me estaréis preguntando ¿Es posible cambiar el sistema?

                Mi respuesta es corta, clara y concisa, es simplemente SÍ.

                Ahora bien, ¿Es fácil conseguir el sistema auténticamente democrático?

                Obviamente no.

                No, porque hay demasiados intereses creados, tendríamos que cambiar el funcionamiento y la mentalidad de esas personas que he “enumerado” antes y tendríamos que cambiar incluso nuestros valores y el sentido de necesidades.

                Se podría hacer aunque insisto que no sería ni medianamente fácil. Habría muchas trabas e incluso montañas por escalar. El otro día en la entrevista a José Antonio Marina entiendo que quedó bastante claro. Comentó que el problema de la educación en España se podría resolver y ver los frutos en sólo cinco años. Pero cuando se le preguntó si es posible hacerlo, vino a decir que sin cambiar mentalidades y por los intereses creados, sería realmente difícil, si no imposible alcanzarlo.

                Habría que hacer muchas cosas:

1.       Una nueva Ley tributaria realmente justa y que defienda al contribuyente.

2.       Una Ley de educación para todos los niveles de educación.

3.       Una auténtica ley del consumo.

4.       Código Penal adecuado a los delitos cometidos y perjuicio al conjunto de la sociedad.

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                Tantas cosas que estas serían una parte de las “menudencias” probablemente más urgentes y sólo para abrir boca.

                Habiendo plasmado todo esto en un momento de arrebato y enfado, en realidad no se disipan mis dudas. Ahora ya no sé si soy: ANTISISTEMA, CONTRASISTEMA, ASISTEMA, EXTRASISTEMA, POPULISTA, DEMAGOGO y por qué no, incluso PEDAGODO.

 

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